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martes, abril 07, 2009

Espartaco (Spartacus)


origen de la imagen



"Espartaco", es junto con "Ben-Hur", la película más famosa sobre la Antigua Roma. De nuevo estamos ante una obra maestra del séptimo arte cuya producción llegó a ser casi tan épica como la historia en la que está basada.

Fue una historia de despecho lo que llevó a Kirk Douglas a aprovechar el potencial cinematográfico de la historia del gladiador que se convirtió en el líder de la revuelta conocida como Tercera Guerra Servil transcurrida entre el 73 y el 71 AC. Resultó que Kirk Douglas quería el papel protagonista de "Ben-Hur" y confiaba en que William Wyler se lo daría. Cuando se enteró de que el papel se lo habían dado a Charlton Heston, además de agarrarse un cabreo monumental decidió que llevaría a cabo su propia película épica sobre los tiempos de Roma.

Lo que hizo fue llegar a un acuerdo con la Universal y comprar los derechos de la novela “Espartaco” escrita en 1951 por Howard Fast. Éste había pertenecido al Partido Comunista Norteamericano y fue condenado por el Comité de Actividades Anti-norteamericanas. Fast la escribió durante su estancia en prisión como denuncia de los excesos del Macartismo y la publicó pagando la edición de su propio bolsillo. A finales de los 50, Fast abandonó el comunismo horrorizado por el stalinismo por lo que había dejado de ser un proscrito. Kirk contrató al propio Fast para la adaptación de su obra a la pantalla, pero al poco tiempo tuvo que sustituirle por Dalton Trumbo, que como estaba en la lista negra, trabajaría bajo el pseudónimo de Sam Jackson. Douglas tuvo la idea de que todos los personajes romanos fueran interpretados por británicos mientras que los esclavos por norteamericanos. Así el acento distinguiría a las clases dominantes de las serviles. Asimismo, Trumbo se inspiró en el senador McCarthy para crear al personaje de Craso. Así nació la destacable secuencia de los dos discursos opuestos entre Espartaco y Craso. También intentó mostrar a los romanos como unos opresores decadentes e inmorales y para ello se le ocurrió la famosa escena de los caracoles y las ostras. En esas fechas la homosexualidad no estaba bien vista ni por las derechas ni por las izquierdas. Esa famosa secuencia fue censurada y cuando el film fue restaurado en 1991 se volvió a incluir. Sin embargo el sonido de la secuencia se había perdido. Curtis pudo doblar a su personaje, pero Olivier había muerto. Anthony Hopkins se encargó de imitar la voz de Olivier.

Douglas quiso asegurarse un reparto con más estrellas que el de “Ben-Hur” y recurrió a una añagaza. Envió una versión del guión a Laurence Oliver, otra a Peter Ustinov y otra a Charles Laughton. En cada una de ellas el personaje que interpretaban tenía el mayor protagonismo y además se les indicaba que los otros actores ya habían aceptado el papel. La treta salió bien porque los tres no se enteraron hasta que llegaron a California. En cuanto al personaje de Varinia se pensó en Ingrid Bergman, Jeanne Moreau y Jean Simmons, pero las tres lo rechazaron. Una actriz casi desconocida Sabine Bethman fue la elegida. Alex North se encargó de la banda sonora y en ella utilizó una gran variedad de instrumentos antiguos para darle ese especial toque de melodías de tiempos pasados.

Para la dirección Douglas pensó en David Lean, pero éste declinó la oferta. Entonces se contrató a Anthonny Mann. Tras un par de semanas de trabajo en las que rodó las escenas iniciales de las minas de sal y el primer encuentro entre Espartaco y Lentulo Batiatus (Peter Ustinov), Mann fue despedido. Al parecer comenzó a hacer demasiado caso al trío de actores británicos en detrimento del protagonismo de Douglas. Así que éste se encontró con una película entre manos y sin director. Entonces la fortuna volvió a aparecer.

Un viejo amigo de Douglas acababa de ser despedido por Marlon Brando de la dirección de la película “El rostro impenetrable”. Ese viejo amigo se trataba de Stanley Kubrick al que conoció en el rodaje de “Senderos de Gloria”. “Espartaco” iba a ser su quinta película y su primera superproducción. Inicialmente todo fue como la seda. Kubrick despidió a Sabine Bethman y volvió a ofrecer el papel de Varinia a Jean Simmons, que esta vez aceptó. El rodaje parecía ir bien pero poco a poco los cambios de parecer entre Kubrick y Douglas se convirtieron en amargos enfrentamientos entre director y productor. Kubrick quería libertad absoluta, y Douglas como responsable de la pasta, no se la dio. Eso acabó con la amistad de ambos. Douglas llegó a calificar a Kubrick como un mierda con talento, mientras que éste último llegó a decir que era una película sensiblera y moralizante a la que le hubiera gustado borrar de su filmografía, a pesar de que es gracias a ella por lo que consiguió fama mundial.

Personalmente mi parte preferida es la de la lucha entre Draba (Woody Strode) y Espartaco. Douglas insistió en realizarla el mismo, sin dobles, incluida la escena en que le inmovilizan clavándole el tridente en torno a su cuello. Douglas y Strode estuvieron dos semanas ensayando la lucha y tardaron doce días en grabar los siete minutos que dura la secuencia. Posteriormente, se colocó un muñeco de Strode para la escena en la que su cadáver cuelga boca abajo, pero se notaba mucho así que se optó por colgar al propio Strode que no movió ni un sólo músculo mientras pasaban por debajo de él todos los gladiadores.

Hubo muchos más anécdotas y problemas, pero por no alargar el comentario simplemente hacer notar que Charles Laugthon estuvo a punto de abandonar y exigió que se reescribiesen todos sus diálogos, para lo cual fue ayudado por Peter Ustinov. Olivier llegó a insinuar que él debería de interpretar a Espartaco, pero Douglas le dijo que gracias pero él era quien pagaba. Tony Curtis y Jean Simmons estuvieron en un tris de abandonar la producción. Y Stanley Kubrick incluso intentó robar el mérito como guionista de Dalton Trumbo aprovechando que éste estaba en la lista negra. Douglas se enfadó tanto por el rastreo comportamiento de Kubrick que no sólo se negó a ello, sino que con la ayuda del trío británico convenció a la Universal para que el nombre de Trumbo apareciera en los créditos iniciales, como también se había hecho en “Éxodo”, poniendo fin a la infame lista negra. Pero esa tensión tuvo su lado bueno, Laughton y Olivier no pararon de competir entre los dos con Ustinov en medio ya que era amigo de ambos, por lo que sus interpretaciones fueron sobresalientes. En cuanto a los costes, se gastaron unos 12 millones de dólares y se usaron a unos 10.000 extras. Pero mereció la pena porque recaudó 30 millones de dólares sólo en los USA y el doble en el resto del mundo. En el año 2004 se realizó un remake para la televisión que en mi opinión es bastante flojo y que no merece un comentario aparte.

Sobre los aspectos históricos de la cinta. El Espartaco histórico no nació en la esclavitud. Al parecer fue auxiliar tracio del ejército romano que desertó y que como castigo fue vendido como esclavo. Es cierto que tras la batalla final su cuerpo nunca fue encontrado, pero se piensa que murió en la misma. Evidentemente por motivos cinematográficos era mucho mejor crucificarlo como si fuera un proto-Jesucristo que proclamaba la igualdad entre los hombres. Pero no debía de ser tan “bueno” como lo pintan. Al parecer organizó unos combates de gladiadores entre los romanos prisioneros e incluso llegó a crucificar a uno para dar ejemplo a sus seguidores de lo que les esperaban si perdían.

Hay otros personajes históricos como Craso (Laurence Olivier), que luego encontraría la muerte en Carras, y que en la película llega a ser nombrado dictador. También aparece un joven Julio Cesar realizando sus primeros pasos como político. El personaje de Graco (Charles Laughton) es en cambio una mezcla de dos personajes históricos que vivieron mucho antes de la revuelta de los esclavos. También es cierto que los 6.000 prisioneros que fueron tomados en la batalla final fueron crucificados a lo largo de la vía Apia y que permanecieron allí durante años. En cuanto a errores históricos, el más llamativo es el origen británico de Virinia y su posterior fuga hacia Aquitania. Los romanos liderados por Julio Cesar no llegaron a las Islas Británicas hasta 15 años después, tras haber conquistado la Galia, incluyendo la zona de Aquitania.

El primer montaje del director no incluía la batalla del río Silaro. Estrictamente hablando no hubo una gran batalla final entre los romanos y los esclavos sino que fue una serie de enfrenamientos que se dieron en la persecución de las fuerzas de Espartaco por parte de los ejércitos de Craso y Pompeyo. Así que Kubrick había filmado unas pocas tomas de luchas y una elipsis mostrando la derrota final y la famosa escena en la que los prisioneros exclaman “¡Yo soy Espartaco!”. Pero tras el primer visionado todo el mundo estuvo de acuerdo en que el tono épico de la película pedía a gritos una gran batalla en su metraje. Así que Kubrick hizo las maletas y se vino a rodarla a España donde utilizó a 8.500 soldados del ejército español para representar a los romanos y a los rebeldes. La batalla fue representada en diversos parajes de Alcalá de Henares, Colmenar Viejo, Navacerrada, Iriepal y Taracena. Kubrick dirigió la batalla desde un andamio y en ella se puede ver perfectamente el despliegue de las cohortes de las legiones romanas del final de la República (una secuencia que luego Lucas copiaría en el despliegue del ejército droide de “La amenaza fantasma”). Desgraciadamente no vemos a los legionarios romanos armados con un pilum arrojadizo, sino con lanzas y tampoco vemos la cohesión de sus formaciones. Para las secuencias gore de dicha batalla se usaron a actores enanos con torsos falsos o con brazos postizos. Dichas secuencias fueron censuradas en la versión estrenada en 1960 y no vieron la luz hasta el 1991.

Al igual que “Ben-Hur”, IMPRESCINDIBLE.

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