
La sinopsis del film es la siguiente: Birmania, agosto de 1945. Una compañía japonesa se retira a través de la jungla. Su capitán ha conseguido mantener la moral del grupo gracias a que es profesor de música y con ellos a formado un coro. Adicionalmente, uno de sus componentes, el cabo Izushima, ha aprendido a tocar el arpa birmana y ayudándose de dicho instrumento puede hacerse pasar por birmano y descubrir si una población es amistosa o no. Una noche en la que están reposando en un poblado son rodeados por fuerzas británicas y ghurkas. Los japoneses han dejado su impedimenta fuera y cuando parece que van a ser aniquilados los británicos les comunican que Japón se ha rendido tres días antes. Son hechos prisioneros y mandados hacia la capital.
Pero todavía quedan bolsillos de resistencia japonesa que no creen en la noticia de la rendición. Izushima se presenta voluntario para intentar convencer a uno de estos grupos que se ha hecho fuerte en las cuevas de una montaña. Se le comunica que sólo dispone de 30 minutos antes de que se inicie el bombardeo de la posición. Izushima intenta inútilmente hacerles ver que la guerra está perdida pues están determinados a morir antes de rendirse. Incluso llegan a golpear a Izushima acusándole de cobarde. El bombardeo comienza y mueren todos excepto Izushima. Sin embargo, los británicos creen que también ha muerto.
Mientras sus compañeros llegan a un campo de prisioneros donde deberán esperar a ser reembarcados a su país. Hacen amistad con una anciana birmana con la que intercambian comida por sus pertenencias. Gracias a ella se enteran del destino de las tropas japonesas de la montaña. Asimismo consiguen confraternizar con la población local gracias a que cantan muy bien y ofrecen conciertos desde el campo de prisioneros. Pasan los días y ellos creen que Izushima ha muerto, pero un día se cruzan con un monje budista que se parece muchísimo a él. Ichikawa nos cuenta mediante un flashback que ha pasado con Izushima. Al despertar Izushima entre todos los cadáveres sufrió un shock. Tras bajar de la montaña hambriento y sediento, se encuentra con un monje budista al que roba la ropa. Vestido con la túnica azafrán los birmanos le donan ofrendas pues creen que es un monje. En su deambular, Izushima llega a un barranco repleto de cadáveres de soldados japoneses en descomposición. El espíritu de Izushima no puede más y horrorizado comienza a enterrar a sus compatriotas. Los birmanos le observan y creyendo que es un auténtico monje budista que se apiada de los antiguos ocupantes de su país, comienzan a ayudarle. Así, Izushima se transforma definitivamente en un monje y comienza a purgar una deuda que él cree que tiene para con los caídos haciéndose la promesa de no volver a Japón hasta que todos sus compatriotas hayan sido enterrados. Podríamos decir que Izushima es la personificación sobre la necesidad de Japón de enterrar el pasado antes de poder afrontar el futuro.
Debo reconocer que la película engancha. Tiene una gran fotografía y la historia está llena de poesía y emoción sin llegar a caer en la ñoñería, aunque por poco. Y además, hay que reconocer que el recurso de poner música a capela en las películas suele funcionar (véase el reciente ejemplo de "Los chicos del coro"). Sin embargo al acabar de verla y reflexionar sobre la visto me di cuenta que también tenía un aspecto manipulador que reconozco que me disgustó. Si uno la ve y no sabe historia pensará - ¡Oh! Pobrecitos japoneses, que mal lo pasan y lo buenos que son. Fijate como los propios birmanos les ayudan -. Pero si sabes un poquito de historia y de la Ocupacion de Birmania, o cualquier otro país asiático, por los japoneses entonces piensas - Me han tomado el pelo - . En comparación, las actitudes exculpatorias que podríamos encontrar en una película alemana parecerían una severa autocrítica. Desde el principio se nos muestra a los soldados japoneses como unas almas cándidas que no han roto nunca un plato y que lo que realmente les gusta es cantar. Adicionalmente, la campaña de Birmania fue un asunto bastante sucio en algunos momentos, había etnias que apoyaron a los japoneses y otras que se opusieron a ellos, y no vemos ni un solo efecto de la guerra sobre los civiles o la sociedda birmana. Parecen unos simples espectadores a los cuales la guerra no les afecta en nada. De hecho, Izushima sólo se ve conmovido por la visión de sus compatriotas muertos. No hay otros.
Resumiendo. Si no fuera por el "maquillaje de la historia" sería una grandísima película.