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viernes, noviembre 30, 2007

La gran ilusión (La grande illusion)



origen de la imagen

Tras la Primera Guerra Mundial muchos intelectuales pensaron que aquella fue la guerra que acabaría con todas las guerras. Aunque ahora sabemos que estaban terriblemente equivocados, lo cierto es que el sentimiento pacifista se generalizó en la sociedad europea de entreguerras. Y ese sentimiento quedó perfectamente reflejado en diversas manifestaciones artísticas, entre ellas el cine. Se originó así la paradoja de que los mejores mensajes antibelicistas se encontraban en las buenas películas de guerra. Y en opinión de muchos críticos cinematográficos, el mejor ejemplo de película antibelicista se trata de "La gran ilusión" dirigida por Jean Renoir y estrenada en 1937.

La historia de las peripecias de esta película podrían ser un buen guión cinematográfico. En esa época Jean Renoir era uno de los artistas plenamente comprometidos en propagar las ideas políticas del Frente Popular que gobernaba en Francia. Y en ese momento lo que convenía era el pacifismo y la fraternidad entre los pueblos. El título hace referencia a un ensayo del economista Norman Angell publicado en 1909. En este ensayo, Angell defendía que la economía de los países europeos había llegado a tal grado de desarrollo y cooperación que la guerra se había convertido en una futilidad y el militarismo en obsoleto. En 1914 la historia se encargó de rebatir su hipótesis por lo que no es de extrañar que le dieran el Nobel de la Paz en 1933. Seis años después la Historia volvió a refutar su hipótesis.

"La gran ilusión" fue un completo éxito en toda Europa y los Estados Unidos, siendo la primera película extranjera nominada a mejor película en los Oscars. Como era de esperar la cinta fue prohibida en la Alemania nazi donde Jean Renoir fue definido por Goebbels como el "enemigo público cinematográfico Nº 1". También fue prohibida en Bélgica y en la Italia fascista a pesar de ganar el premio en el Festival de Venecia. Incluso en Francia la censura obligó a eliminar 18 minutos (¡Y eso que gobernaba el Frente Popular!).

Se cuenta que la película gustó tanto a Hitler como a Mussolini. Cada uno la vio en pase privado, pero evidentemente no podían permitir que dicha película se proyectara bajo sus regímenes. Tras la invasión alemana de Francia, se impartió la orden de confiscar todas las copias y el original. En 1942 se pensó que estas habían sido destruidas a causa de un bombardeo británico sobre las instalaciones donde se habían depositado los rollos de película.

En 1958 se encontraron copias de la película. A pesar de su mal estado, en la restauración intervino el propio Jean Renoir y la película pudo ser reestrenada en 1960. Sin embargo en 1990 se reencontró el negativo original. Durante la ocupación, Frank Hansel, un oficial alemán que había sido archivista cinematográfico, envió la película en secreto al Reichsfilmarchiv donde estaría segura de cualquier daño. Cuando Berlín fue ocupada, dichos archivos estaban en la zona rusa y estos fueron confiscados y enviados a Moscú. En 1960, el negativo fue devuelto a Francia, pero se pensó que era una copia más y durante 30 años permaneció oculto en la Cinemateca de Toulouse. Fue encontrado durante una inspección rutinaria de los archivos.

Volviendo a la película, en "La gran ilusión" no se ve ni una escena bélica propiamente dicha. Inicialmente Renoir nos presenta a la guerra como un asunto divertido (véase el cartel de la cantina francesa) y que se resuelve entre caballeros como cuando von Stroheim invita a comer a los oficiales franceses capturados que acaba de derribar (interpretados por Pierre Fresnais y Jean Gabin). El personaje de Fresnais es un oficial de carrera como el de von Strodheim e inmediatamente se establece un vínculo entre ambos personajes. Gabin en cambio interpreta a un oficial de origen popular. Posteriormente ambos son llevados a un campo de prisioneros que más bien recuerda una especie de internado. Pero poco a poco vamos comprobando que la guerra es un terrible trasfondo que ha alterado por completo la vida de los personajes y tan sólo veremos sus consecuencias. Renoir es tremendamente sutil y en lugar de mostrar explosiones, mutilaciones y locura, nos muestra ausencias y recuerdos de tiempos felices. Como dice amargamente la campesina alemana cuando contempla tristemente la foto de su marido con sus hermanos: "Mi esposo murió en Verdún, y sus hermanos en Lieja, Charleroi y Tannenberg. Nuestras mayores victorias."

Si no me equivoco, "La gran ilusión" es la primera película de uno de los más famosos subgéneros del cine bélico: el cine de campos de prisioneros. Este subgénero es muy atractivo porque contiene elementos del cine negro carcelario como los intentos de fuga. Pero esta vez el espectador puede identificarse plenamente con los prisioneros pues estos no han cometido ningún crimen, sino todo lo contrario; están allí por haber luchado por su país. Incluso se representa el típico castigo carcelario de la celda de aislamiento al que es sometido Gabin tras incitar a cantar "la Marsellesa" al conocerse que el fuerte Douaumont ha sido reconquistado.

Durante la película la camaradería se entabla entre los oficiales de diferentes naciones, clases y razas: pobres, ricos, franceses, ingleses, rusos, judios, incluso hay un oficial negro francés. Pero esa camaradería también se extiende hacia los alemanes. No hay brutalidad por parte de ellos hacia sus prisioneros. Cuando matan a un prisionero es porque éste ha intentado escapar y lo lamentan profundamente. Sólo cumplen con su deber. No hay malas personas en esta película, ni en los soldados, ni en los oficiales, ni siquiera en los altos mandos cuando salen.

La tesis del economista Angell sobre “la gran ilusión” queda expuesta gracias a la relación entre los personajes interpretados por Fresnais y von Stroheim. Fresnais comprende que el mundo de los militares de carrera está condenado a desaparecer, pero von Stroheim aun cree que no y se aferra a su código de caballerosidad. Su personaje confía en la palabra de un igual, no en la de los oficiales que provienen de la vida civil. Por eso Fresnais prefiere morir a sobrevivir a la guerra, pues piensa que en el futuro los militares serán tan inútiles como el tullido von Strodheim.

Es en la última parte de la película cuando se el alegato pacifista llega a su punto álgido. Bajo un mismo techo nos encontraremos a una viuda alemana con su hija junto a dos oficiales franceses fugados compartiendo la Navidad y elaborando un belén. Y allí todos comprenden lo que han perdido y vislumbran la felicidad que pueden recuperar una vez la guerra haya terminado. De forma magistral Renoir demostró que puede hacerse una película antibelicista mediante un mensaje optimista.

Humanismo en celuloide

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