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lunes, marzo 30, 2009

Escipión el Africano (Scipione l'Africano)





La Antigua Roma rara vez es reflejada desde un punto de vista positivo en el celuloide. “Scipione l’Africano” es una de las excepciones. Aunque no es de extrañar si tenemos en cuenta que es una película realizada en 1937 con toda la ayuda del régimen fascista. No en vano el sueño de Benito Mussolini era hacer renacer dicho Imperio y de hecho la película fue estrenada en plena campaña por la conquista de Abisinia. Y que mejor figura que Publio Cornelio Escipión, vencedor de Aníbal.

Lo mejor que tiene la película es su espectacularidad. No se escatimaron esfuerzos y fondos para los decorados y la ambientación. Se contrataron hasta 37.000 extras por lo que las escenas de masas saludando al estilo fascista en medio del foro romano realmente impresionan. Para la recreación de la batalla de Zama se usaron 1.000 caballos y 50 elefantes. No eran tiempos de protección a los animales, y las escenas en que los paquidermos son abatidos son reales. Incluida la secuencia del lanzazo en el ojo a uno de ellos.

En cuanto al trasfondo histórico, es bastante correcto. Comienza con un plano sobre una la llanura de Cannas llena de cadáveres de romanos y un estandarte con un águila cuya ala está rota. Una mano coge dicho estandarte y se oye un “Vendichiamo Canne!”. Mediante una elipsis nos situamos en la Roma del año 205 AC ,cuando Escipión vuelve victorioso de sus campañas en Hispania y expone su estrategia en el senado romano de llevar la guerra a Cartago. El recibimiento de Escipión es una explosión de pura propaganda fascista. Acompañado de numerosos lictores que portan un más que aparente fascio de corte mussoliniano, una inmensa muchedumbre se agolpa junto a él con el brazo derecho en alto. Un paradoja curiosa, Escipión es interpretado por el actor Annibale Ninchi (es el que interpreta al padre de Marcello Mastroiani en “La dolce vita”), y en mi opinión, más que un líder militar parece que interpreta a Fray Angelico. Porque casi toda la película está poniendo carita de alguien que no ha roto nunca un plato. Y encima tiene el pelo rizado cuando Escipión tenía el pelo liso. De hecho, ni siquiera aparece en el cartel promocional.

Como era de esperar, Aníbal está retratado de forma mucho más negativa. No duda en masacrar a sus hombres cuando estos amenazan con amotinarse, y ordenar el saqueo de las tierras romanas, aunque hasta cierto punto eso es lógico pues los cartagineses son los "malos". Pero para hacerle despreciable ante el público italiano se le muestra violando a una abnegada esposa y madre romana que ha sido tomada prisionera en una incursión. A pesar de que la película rezuma maniqueismo en cada fotograma, no cometen el error de mostrar a un Aníbal tonto, sino astuto e inteligente. Así, cuando recibe noticias de los planes de Escipión de invadir Cártago, reconoce que va a hacer lo mismo que él, pero en África.

Otros aciertos desde el punto de vista histórico es que nos muestran las dificultades que tuvo Escipión con el Senado de Roma y como forma su ejército en Sicilia. También veremos al consejo de ancianos de Cártago y las intrigas de la princesa Sophonisba y del rey Syphax para intentar hacer cambiar de bando al principe numida Massinisa. Escipió resolvió el problema lanzando un ataque nocturno por sorpresa al campamento de las fuerzas combinadas de Syphax y Cartago. Con dicho ataque, Escipión se aseguró que Numidia estaría en el lado romano. Después de dicho ataque, el consejo cartaginés intentó negociar pero al mismo tiempo procuró traerse a Aníbal desde Italia. Una vez estuvo allí, Cartago rompió las negociaciones y se dispuso para la batalla.

Y llegamos a la parte más destacable de la película: la batalla de Zama. Hay que reconocer que la productora italiana echó el resto. Antes he indicado el número de extras y de elefantes. Lo cierto es que están bastante bien empleados y los asesores históricos hicieron un trabajo decente. Aunque se ve a los legionarios con la lorica segmentata y escudos cuadrados, también se ven cascos y uniformes más parecidos a los de la República que a los del Imperio y los jinetes montan los caballos sin estribos. Asimismo, Escipión llama a las distintas unidades de la línea de vanguardia de su ejército por sus nombres: velites y hastati. En cuanto a los principes y los triarii, no son mencionados pero se nota su disposición en la segunda de las líneas. Pero lo mejor sin duda es la carga de los elefantes. Son hindúes, pero son lo suficientemente grandes para ir con cesta en el lomo y la carga que realizan es real. Realmente es una secuencia impresionante como se abren las líneas romanas ante su paso y luego son emboscados y alanceados. Pero ahí no acaba la cosa. Porque veremos un espectacular choque de caballería, la desorganización de la segunda línea cartaginesa y como Escipión debe de reorganizar sus líneas antes del choque entre los dos ejércitos al mismo tiempo que manda órdenes para que la caballería númida ataque a la retaguardia. El único fallo destacable de la secuencia de esta batalla es que cuando ambos ejércitos chocan las formaciones desaparecen y se convierten en la típica “melée” confusa en la que se no hay formaciones distinguibles. Carmine Gallone salpimentó la secuencia de la batalla con un montón de tomas “sangrientas” a base de aplastamientos, lanzazos, y espadazos que no tienen nada que envidiar a algunas producciones más actuales. La batalla concluye con un plano de la llanura llena de cadáveres muy parecida a la que abría la película pero esta vez vemos a un legionario que alza con sus dos manos el águila con el ala rota mientras grita “Canne Vindicata!


Pero no debe de extrañarnos que esta película sea una perfecta desconocida. En primer lugar es pura propaganda fascista y como era de esperar ganó la Copa Mussolini de 1937. Pero al estar en el bando perdedor pues ha quedado relegada al olvido. Sin embargo, hay que reconocer que las virtudes cinematográficas de la película no son muchas. No estamos ante un “Octubre” o un “Triunfo de la voluntad”. Ciertamente la batalla de Zama está muy lograda. Pero eso no hace una película. Las gigantescas escenas de masas con el brazo en alto se nota que son eso: una escenografía, un decorado, no transmiten espontaneidad ni autenticidad. Para colmo es una especie de precursora de lo que hoy conocemos como “publicidad encubierta”. Rara es la secuencia en que no haya algo que recuerde al régimen de Mussolini, y la verdad es que eso cansa. De hecho hasta en la propia Italia fue un fracaso. En segundo lugar, el maniqueismo que muestra es demasiado infantil. En la entrevista antes mencionada entre Aníbal y Escipión, todos los romanos montan en caballos blancos y los cartagineses en negros. Los romanos siempre tratan humanamente a los prisioneros e incluso son compasivos con una cría de elefante, mientras que los cartagineses son un ejemplo de crueldad. Los senadores romanos son austeros y nobles mientras que sus colegas cartagineses son unos cobardes traicioneros engalanados con ropas decadentes. Y por último, pero no por ello menos importante, las interpretaciones son patéticas por decirlo suavemente. Recuerdan más a las sobreactuaciones típicas del cine mudo que a las del cine sonoro. Las conversaciones entre Escipión y Massinisa o la entrevista entre Escipión y Anibal previa a la batalla es el mejor ejemplo de ello.

Resumiendo, aburrida en sus primeras tres cuartas partes y bien como curiosidad histórica y cinematográfica en su última media hora.
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2 comentarios:

Von Kleist dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Von Kleist dijo...

Hola Reisman

Parece que los productores italianos se tomaron muy al pie de la letra la cita de Tito Livio sobre Anibal:

"Una crueldad inhumana, una perfidia peor que púnica, una absoluta falta de franqueza y de honestidad, ningún temor a los dioses, ningún respeto a los juramentos y ninguna clase de escrúpulo religioso".

En fin que está claro que el cine histórico y propaganda política no son buenos compañeros de viaje... salvo que uno se apellide Eisenstein, claro.

Saludos