Así empieza “Almas en la hoguera”. Una película sobre el tema de los bombardeos estratégicos sobre Alemania. Como la película “El gran secreto”, está estrenada al poco tiempo de terminar la IIGM. A los cuatro años para ser exactos. Y personalmente creo que hasta el estreno de “Menphis Belle” fue la mejor película sobre dicha temática. De hecho la película tuvo bastante éxito y el tema era lo suficientemente atractivo como para que en los 60 se realizara una serie para la televisión. Si no me equivoco dicha serie nunca se estreno en España, pero creo que en los USA se siguió con interés.
Según mi opinión, es bastante fiel a lo que era la vida “normal” para las escuadrillas de B-17 norteamericanos que bombardearon Alemania. Y enfatizo lo de “normal” porque casi no se ven escenas de combate. Sólo al final y, como se indica al principio de la cinta, corresponden a escenas de combate real filmadas bien por los norteamericanos o por los alemanes.
Otra cosa que sorprende de esta película es que no hay ningún romance y las únicas féminas que salen son las chicas de servicios auxiliares que reparten café a los pilotos y la enfermera del hospital. Hay que tener en cuenta que insertar romances en las películas bélicas era y es algo bastante típico, aunque dichos romances sean superfluos y no aporten nada a la trama principal. Pero aquí brillan por su ausencia y eso que el actor principal es Gregory Peck y la película dura más de dos horas. Solo por eso esta película ya merece un notable.
Lo que más me gusta de esta película es que refleja muy bien lo que se conoce como “decisiones de mando” y la “fatiga de combate”. Gregory Peck interpreta a un general que toma el mando de un escuadrón de bombarderos B-17 después de haber criticado el comportamiento de su anterior comandante, a pesar de que éste es su amigo. Para el anterior comandante, lo más importante son sus hombres no la misión. Peck opina lo contrario. Un mando debe de mantenerse aislado de sus hombres y pensar en completar la misión, porque de lo contrario alguien tendrá que volver para completarla, lo cual causará más bajas a la larga.
Después de tomar el mando y soltar unas cuantas reprimendas, incluido el hijo de un general y al oficial responsable de la base (el civil del principio que compró la jarra), se propone levantar la moral del escuadrón e insuflarle un auténtico esprit de corps. Evidentemente lo consigue. Poco a poco el escuadrón pasa de bombardear objetivos en Francia a Alemania. Eso se observa en el techo de la cantina donde las misiones aparecen escritas con el humo de los mecheros. Las bajas son cada vez menores y la moral cada vez más alta. Por cierto, la jarra de Robin Hood es la señal para indicar que “mañana hay bombardeo”.
Finalmente llega la “gran misión que todos esperan”. Se trata de bombardear la fábrica de rodamientos de Schweinfurt. Todo está preparado pero justo antes de montarse en el avión, Peck se desmorona. Sus nervios no pueden más, porque ha tratado de mantenerse alejado de sus hombres pero no ha podido. El resto de la misión lo pasa en la base sentado en un sillón, mirando al infinito. Pero él “está allí, en los cielos, con sus hombres”. Solo cuando se oye el ruido de los motores de los B-17 regresando y se da el parte de bajas (“no han regresado 2”) es cuando el personaje de Peck se relaja y se va a dormir agotado. La misión ha sido un éxito.
Bueno, es en esta última parte donde patina algo la película desde el punto de vista histórico. Se supone que lo que se representa es el primer raid sobre Schweinfurt que se realizó el 17 de agosto de 1943. En esa misión participaron 230 B-17, pero el objetivo principal era Ragensburg y Schweinfurt el secundario. De los 230 B-17, 36 fueron derribados (un 15 % de bajas). La producción de rodamientos bajo un 34% y por eso se tomó la decisión de repetirla, pero con más aviones. La segunda misión de bombardeo de Schweinfurt fue realizada el 14 de octubre de 1943 y es conocida entre las fuerzas aéreas americanas como el “Jueves negro”. Para la misión se dispuso de 60 B-24 y 291 B-17. Sin embargo, el aeródromo con los B-24 se encontró con mal tiempo y 26 B-17 tuvieron que dar la vuelta por problemas técnicos. Solo 265 B-17 bombardearían el objetivo. A la altura de Aachen la escolta de Thunderbolts tuvo que regresar. A partir de ese momento la Luftwaffe no dejo de atacar a los B-17. Se perdieron 82 bombarderos (un 30 % del total que atacaba) 65 de ellos derribados y los otros tan dañados que no volvieron a volar. Para colmo la producción de rodamientos no se vio detenida por mucho tiempo pues los nazis descentralizaron la producción. El desastre para la Octava Fuerza Aérea fue tal que se decidió que las incursiones profundas de B-17 sin escolta se suspenderían hasta que hubiera un caza que pudiese escoltar a dichos bombarderos. Schweinfurt fue vuelta a bombardear en febrero de 1944 pero el efecto sobre la producción fue mínimo.
Pero claro, a ver quien es el guapo que en 1949 pone como final de una película bélica que a los americanos les dan una paliza. A pesar de ello es una película digan de verse y disfrutar. Por cierto, la película acaba con el señor del principio volviendo a su casa mientras se siguen oyendo los cantos de aquellos que combatieron.